sábado, 29 de abril de 2017

El almohadón de plumas, Horacio Quiroga Un cuento de amor de locura y sobre todo, de Muerte


Por Fernando Chelle

El texto elegido para el análisis literario pertenece al escritor uruguayo Horacio Quiroga (Salto, Uruguay, 31 de diciembre de 1878 – Buenos Aires, Argentina, 19 de febrero de 1937). Se trata de un cuento titulado El almohadón de plumas, perteneciente al libro Cuentos de amor de locura y de muerte, publicado en la ciudad de Buenos Aires en el año 1917.
El tema central del cuento, es la muerte inexplicable de Alicia, la protagonista, víctima de un animal extraño que vive en su almohadón de plumas. Los otros dos temas que aparecen en el título del libro, el amor y la locura también están presentes en el cuento, aunque de manera secundaria.
Quiroga eligió estructurar la acción del cuento de manera similar a como lo hacía Edgar Allan Poe en muchas de sus Narraciones Extraordinarias, donde encontramos esos finales denominados de efecto, justamente por la impresión que quieren causar en el lector. Al igual que como sucede en El gato negro, por nombrar solo un cuento del autor norteamericano, en el Almohadón de plumas el autor se guarda para el final un as bajo la manga con que nos sorprende a todos los lectores. La estructura del cuento se inscribe dentro de lo que se podría denominar una forma clásica, a saber, comienzo, nudo y desenlace. En un primer momento, la narración se centra en la presentación de los personajes y del lugar donde transcurren los hechos, la casa. Hay un segundo momento, el más extenso, que se centra en la enfermedad de carácter inexplicable que sufre la protagonista, por último encontramos un tercer momento cuyo centro de interés es el almohadón de plumas y el extraño animal que vivía en su interior,  quien terminó siendo el causante de la muerte de Alicia.
Comienza el relato con una frase contundente, cargada de un sentido oximorónico, “Su luna de miel fue un largo escalofrío”. Como lectores sabemos que se le denomina luna de miel al  período de tiempo que comienza una vez finalizada la boda  y que se extiende por un lapso de tiempo, donde generalmente los recién casados emprenden un viaje de vacaciones. Es un tiempo de intimidad que se caracteriza por ser un periodo de intensa felicidad. Cuando leemos las primeras palabras del texto, ya podemos vislumbrar el tono que va a acompañar el relato, no sabemos nada aún pero si una cosa tenemos en claro es que una luna de miel no se caracteriza por ser un largo escalofrío. 
La voz narrativa, omnisciente y en tercera persona, continúa dando los rasgos grafopéyicos (rasgos físicos)  y etopéyicos (rasgos del carácter) de los dos personajes principales del cuento. De Alicia se nos dice que es rubia, angelical y tímida, mientras que Jordán es descrito como un hombre alto, callado y de carácter duro.  La intención de Quiroga en este primer momento del relato es presentar la relación amorosa de una pareja que se ama, pero que está marcada por la incomunicación. Se nos dice que Alicia quería mucho a Jordán y que este también amaba profundamente a su esposa, pero Alicia se estremecía ante la rígida presencia de su marido, ni siquiera era capaz de mirarlo fijamente y Jordán en su mutismo era incapaz de dar a conocer sus sentimientos.
Con la descripción de la casa, el lugar físico donde va a transcurrir la acción del cuento, el escritor busca, y logra, llevar la atención del lector hacia posibles interpretaciones de lo que le sucederá a la protagonista. La casa, calificada de hostil, descrita como un palacio encantado, frío y abandonado influye en el aspecto psicológico de la protagonista.
En la planificación del relato, Quiroga sabe de antemano de qué manera y en qué circunstancias va a morir Alicia, pero tiene que crear en el lector interpretaciones transitorias de lo que va ocurriendo durante la lectura para que cuando en realidad salga a la luz el verdadero motivo de la enfermedad y la muerte la sorpresa sea total.  En este sentido, es lógico pensar que los estremecimientos de Alicia, que derivarán en una extraña enfermedad, se deben a las circunstancias que la rodean, como ser estar casada con un hombre tan poco comunicativo y vivir en soledad en esa extraña casa, resignando sus sueños de mujer sensible.
Cuando el narrador dice que “no es raro que adelgazara”, primera referencia física de una posible enfermedad, no nos sorprende, aunque estamos muy lejos aquí de atribuir la enfermedad a su verdadera causa.
Las dolencias de la protagonista comenzaron como una simple gripe (influenza), pero lo extraño del caso era que no lograba superarla, y poco a poco su estado de salud fue desmejorando.
Es significativo el pasaje que tiene lugar en el jardín de la casa donde Jordán acaricia la cabeza de Alicia y esta se pone a llorar. Este es el único momento del relato donde Jordán tiene una manifestación de cariño hacia su mujer, donde la distancia emocional por un momento se rompe. Es comprensible el llanto de la protagonista y la actitud de dejarse proteger, fue como si Jordán con su actitud habilitara a Alicia a manifestar todo lo que sentía y que justamente por el carácter del marido estaba obligada a reprimir.
El médico de Jordán, en su afán de solucionar esta situación inexplicable hasta el momento, da órdenes que en lugar de llevar a Alicia a la recuperación la llevan a un camino vertiginoso hacia la muerte. Al no encontrar una explicación para la debilidad que estaba sufriendo la paciente lo único que aconseja es que descanse, y es precisamente el descanso, el estar acostada, el estar en contacto con el almohadón lo que va absorbiendo gota a gota la vida de Alicia. Claro que nosotros como lectores y a esta altura del cuento a esto no lo sospechamos y es más vemos como lógicos los consejos primarios del médico, quien con el espíritu científico que lo caracteriza apunta a mitigar las dolencias aunque desconozca las causas de fondo que las provocan.
Todo va a encajar en el cuento cuando aparezca la verdadera causa de la extraña debilidad de Alicia, cuando aparezca el extraño animal que vivía en el almohadón. Recién a último momento vamos a atar cabos y a entender por qué Alicia empeoraba, por qué la enfermedad estaba vinculada con la sangre (tenía anemia), por qué la vida se le iba gota a gota, pero como hemos referido anteriormente, vemos como Quiroga ha estructurado el relato de manera de jugar todo el tiempo con nuestra incertidumbre y guardar la sorpresa para el final con lo que logra el efecto que pensó desde un principio.
También encontramos otros dos pasajes significativos en este segundo momento de la narración que merecen que nos ocupemos de ellos con algún detenimiento. En primer lugar, la actitud de Jordán frente a su agonizante esposa, y en segundo lugar las alucinaciones de esta última. En distintos relatos Horacio Quiroga juega con elementos simbólicos, que de alguna manera refieren a la muerte, o más específicamente, a ceremonias que la rodean. Por ejemplo, lo hace en el cuento A la deriva, donde se refiere que las paredes que rodean el río Paraná lo encajonan fúnebremente, no podemos dejar de ver en esa metáfora la muerte en vida de Paulino que poco más tarde se concretará, pero que allí va en su lecho fúnebre a la deriva. En el caso de El almohadón de plumas, es muy clara la ceremonia fúnebre que está viviendo Jordán, aunque Alicia todavía se encuentre con vida. El dormitorio donde se encontraba el cuerpo de Alicia, todavía con vida, estaba en silencio y con las luces prendidas, Jordán la visitaba y en silencio caminaba por la habitación mirando la cama.
El segundo pasaje que resulta significativo, además de bien logrado, es el que se refiere a las alucinaciones de la protagonista. Este pasaje, además de mostrar cómo se va agravando la situación debido a la gran debilidad de Alicia, muestra el trasfondo psicológico en el pensamiento de la protagonista que aflora en forma de alucinación. Es importante reparar en el contenido de las alucinaciones y por sobre todo como es la visión de Jordán que tiene Alicia. No hay dudas que ese antropoide que la miraba fijamente no era otro que Jordán y tenemos que preguntarnos por qué Alicia vería a su marido de esta forma. Sabemos que un antropoide es un animal con forma humana, un mono por ejemplo, pero que de todas maneras no es humano. Reparemos ahora en el carácter de Jordán, en lo callado, en lo serio, en lo poco comunicativo y entenderemos por qué Alicia tiene esta visión alucinada de su marido, ella alucina sobre sus sentimientos, pareciera que en este estado alterado se debelara la verdadera visión que Alicia tenía de Jordán.
Este segundo momento de la estructura interna del relato, el más amplio, se cierra con la voz del narrador quien resume algunos aspectos de la enfermedad pero que además nombra al pasar el objeto que va a ser el centro de interés del desenlace de la historia, el almohadón.
El último momento o desenlace de la historia comienza con la frase “Alicia murió por fin”. Se dijo anteriormente que el centro de interés de este tercer momento era el almohadón, y esto es así hasta tal punto que a Alicia ya no se la nombrará más en el relato. Aparece la sirvienta, otro personaje secundario, ya habíamos visto al médico, con la única finalidad de enfocar nuestra atención en el almohadón. Como lectores, acompañamos a la sirvienta en esa mirada extrañada sobre el almohadón y el primer plano de la atención se detendrá allí, en el objeto que escondía al causante de la tragedia. Se establece un diálogo entre Jordán y la sirvienta cuyo único centro de interés es el almohadón. Lo primero que llamó la atención de la sirvienta fueron las manchas de sangre que había en el almohadón y en segundo lugar, cuando intentó levantarlo por orden de Jordán se aterrorizó con el extraordinario peso que este presentaba.   

El nerviosismo se apoderó de Jordán, lo vemos cortar de un tajo la funda del almohadón ansioso por saber que era todo aquello, a que se debían las manchas de sangre y aquel extraordinario peso. Luego, lo inesperado, el as bajo la manga, el terror escondido entre las plumas que en el último momento del relato aparece para evacuar todas nuestras dudas.
Luego de la descripción de este extraño animal, el narrador nos cuenta a modo de explicación, cuál era su modus operandi, cómo succionaba la sangre de Alicia y cómo había pasado inadvertido para todos. Ahora, con la aparición de este animal inesperado, se unen todos los cabos, y comenzamos a explicarnos y a entender una a una las dolencias que aquejaban a la protagonista y que en cinco días con sus noches la llevaron a la muerte.
Es muy curioso el último párrafo del cuento, parece no formar parte de la ficción y ser una explicación cuasi científica de la vida y alimentación de los parásitos que viven en las aves y que en ocasiones habitan los almohadones de plumas. Pareciera como si Quiroga quisiera darle un toque realista a tanto desborde imaginativo, quizá lo hizo con la intención de impresionar  a algunos lectores incautos para que lleguen a preguntarse si en verdad esto pudo suceder y reparen en los riesgos que pueden llegar a correr como poseedores de similares almohadones.   


Este artículo literario forma parte del libro: El cuento fantástico en el Río de la Plata

No hay comentarios:

Publicar un comentario