El
punto de vista del personaje
El
propósito de la literatura es entretener al lector,
generarle emociones. Quienes experimentan las emociones en el relato son los
personajes, el lector se identifica con ellos para sentir y vivir todo lo que
les ocurre. Al escribir, entre más acerquemos al lector a la experiencia del
personaje, más emociones le proporcionaremos.
Podemos
utilizar el punto de vista del narrador
omnisciente. Un narrador que sabe todo lo que ocurre en todas partes,
en todos los tiempos y en la cabeza de todos los personajes. Veamos un ejemplo
de este tipo de narrador para contrastarlo luego con el punto de vista de solo
un personaje.
Ejemplo
de narrador omnisciente:
Jorge
lamentó que la situación llegara a eso, levantó el arma y le apuntó a Zacarías
en el pecho.
– No
más evasivas –dijo Jorge con firmeza-. ¿Dónde están las joyas?
Zacarías
guardó silencio. Conocía el escondite, pero no diría nada. Jorge no se
atrevería a dispararle.
Ocultos
detrás de una caneca, en el fondo del callejón, dos miembros del clan de
atracadores de Los Nachos observaban y escuchaban con atención, a la espera de
que Zacarías revelara la información para matarlos a ambos.
En este ejemplo
el narrador sabe lo que piensan Jorge y Zacarías. También sabe que hay dos
personas más ocultas en el callejón. Como se ve, este narrador sabe todo lo que
ocurre.
Si
narramos este mismo fragmento únicamente desde el punto de vista de un
personaje, (narrador equisciente) primero
debemos escoger uno de ellos. Qué personaje escoger dependerá de cada relato.
Es muy posible que contemos la historia desde el punto de vista del
protagonista. La historia se contará desde la perspectiva de ese personaje,
esto es, como si estuviéramos en su cuerpo y en su cabeza. Solamente se
relatará lo que ese personaje sabe, percibe, siente, piensa y la forma en que
él se ve a sí mismo, a los demás y al mundo. De esta forma el lector se ubicará
en su interior y experimentará sus emociones de cerca. En este caso, veamos qué
pasa con nuestro fragmento al narrarlo desde el punto de vista de Jorge:
Jorge
lamentó que la situación llegara a eso, levantó el arma y le apuntó a Zacarías
en el pecho.
– No
más evasivas –dijo Jorge con firmeza-. ¿Dónde están las joyas?
Zacarías
guardó silencio.
Jorge
escrutó el rostro de Zacarías en busca de alguna señal que le revelara si sabía
algo. Pero su expresión no se alteró.
Un
ruido metálico salió del fondo del callejón. El pecho de Jorge se contrajo.
Giró la cabeza en esa dirección. Solo vio canecas apiladas en desorden.
Seguramente una rata corría entre la basura.
Como se
aprecia, en este caso el narrador sabe únicamente lo que Jorge percibe, siente
y piensa. No sabe lo que piensa Zacarías ni lo que hay en el fondo del callejón.
Esto nos acerca más a la experiencia personal de Jorge, a sus emociones y su
incertidumbre.
Ahora,
bien en las novelas o en los cuentos no tan cortos por lo general hay una gran
cantidad de escenas cuyo protagonista no es el mismo de la novela, sino el
personaje más importante para ese segmento de la historia, que puede ser
incluso el antagonista (“el malo”) o algún personaje secundario. En esas
historias cada escena se narrará (si elegimos esta clase de narrador) desde el
punto de vista del personaje más importante o del que se quiera escoger para
dar una impresión particular.
Entonces,
si al escribir nuestro relato queremos cambiar de punto vista, lo mejor es
cambiar de escena o capítulo para no confundir al lector. El cambio de escena
se puede señalar incluso con un espacio o con un símbolo para mayor claridad
(por ejemplo: ***).
En
nuestro ejemplo, supongamos que la escena termina y Jorge no le dispara a
Zacarías. Ahora queremos saber qué pasa con este último personaje. Dejamos un
espacio y comenzamos la siguiente sección.
Zacarías
respiró aliviado. A pesar de que intuía que Jorge no le dispararía, nunca se
sabía hasta dónde lo llevaría la ambición. Caminó hacia la salida del callejón,
alerta a cualquier movimiento extraño y a que Jorge no lo siguiera. Entre más
rápido se deshiciera de las joyas mucho mejor.
Veamos
otro ejemplo en el que se corrige una frase para que quede contada desde la
perspectiva del personaje.
Andrés
leía en su sillón. Alguien lanzó un piano a la calle y el impacto causó un
estruendo.
Si
narramos desde el punto de vista de Andrés, que está concentrado en su lectura,
él no tiene cómo saber que alguien lanzó un objeto, ni que ese objeto fue un
piano. Esta frase tendría que convertirse en algo así:
Andrés
leía en su sillón. Un estruendo sacudió el edificio y estremeció sus tímpanos.
Su corazón se paralizó. ¿Qué había pasado? Se levantó alarmado, dio un paso
tembloroso y se acercó a la ventana. Un piano destrozado ocupaba toda la acera
y algunos pedazos invadían la calle.
Andrés primero
escucha el impacto y luego averigua qué fue lo que sonó. Al final de la frase
Andrés todavía no sabe cómo cayó el piano: si alguien lo lanzó, si se les cayó
a personas que lo subían a un edificio o cualquier otra posibilidad.
Si se
quiere hacer algo diferente, como cambiar varias veces de punto de vista
durante una escena, conviene cerciorarse de que no se confundirá al lector.
La
presentación del punto de vista
Una cosa
es el punto de vista de la narración y otra el pronombre que se utiliza para presentarlo.
En el
caso del narrador omnisciente se usa la tercera persona, como se mostró en el
primer ejemplo. No es posible emplear la primera persona, porque el narrador
omnisciente no se sitúa por definición desde la perspectiva de un solo
personaje.
Por el
contrario, si narramos la historia desde el punto de vista de uno de los
personajes, es posible escoger entre la primera, la segunda o la tercera
persona, aunque la segunda persona es muy poco utilizada, uno de los pocos
ejemplos es Aura, de Carlos Fuentes.
Veamos
qué ocurre con nuestro ejemplo al narrarlo desde la perspectiva de Jorge, pero
en primera persona (antes estaba narrado en tercera persona).
Lamenté
que la situación llegara a eso, levanté el arma y le apunté a Zacarías en el
pecho.
– No
más evasivas –dije con firmeza-. ¿Dónde están las joyas?
Zacarías
guardó silencio.
Escruté
su rostro en busca de alguna señal que me revelara si sabía algo. Pero su
expresión no se alteró en lo más mínimo.
Un
ruido metálico salió del fondo del callejón. Mi pecho se contrajo. Giré la
cabeza en esa dirección. Solo vi canecas apiladas en desorden. Seguramente una
rata corría entre la basura.
Es
posible narrar toda una novela desde la perspectiva de un solo personaje en
primera persona.
Por otra
parte, es claro que resultaría confuso escribir dentro de un mismo relato el
punto de vista de dos personajes diferentes en primera persona. No sabríamos a
quien se refiere el narrador en cada momento o sería mucho más difícil
aclararlo.
Pero sí
es posible escribir la perspectiva de un personaje, el protagonista, en primera
persona y la de los demás en tercera persona, alternando las escenas.
Algunos
escritores consideran que la narración que utiliza la primera persona es más
íntima, acerca más al lector al personaje. Otros dicen que en realidad no hay
mayor diferencia. En cualquier caso, ambas modalidades tienen su atractivo y
vale la pena probarlas o simplemente dejar que surja cualquiera de ellas al
momento de escribir.
Independientemente
del criterio que se escoja, lo importante es mantener la claridad y diferenciar
bien los puntos de vista para que el lector acceda sin dificultades a la
experiencia de los personajes.
Cómo
manejar el suspenso
¿Cuál es
la relación de este tema con el suspenso?
El punto
de vista del narrador omnisciente tiene una ventaja y una desventaja en cuanto
a la creación de suspenso.
Por una
parte, tiene la ventaja de que nos puede anunciar un peligro que el personaje
no conoce generando así suspenso.
Por otra
parte, tiene la desventaja de que no experimentamos tanto ese estado mental
porque no lo vivimos del todo desde “la piel” del personaje.
Al narrar
desde la perspectiva del personaje es posible que este no sepa que se acerca un
peligro (en nuestro ejemplo los tipos al fondo del callejón). Entonces, lo que
habría que hacer para crear suspenso es, por ejemplo, narrar una escena
anterior desde el punto de vista de los “maleantes” donde se les muestre
planeando lo que van a hacer.
Además,
así se crea así una dinámica de alternancia de puntos de vista que la da
velocidad y variedad a la narración.
Tomado de Escribir ficción
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