Desde
una simple sátira sobre el sistema ferroviario mexicano, pasando por una clara
crítica al mercantilismo deshumanizante, las vías de El guardagujas, culminan, en la estación alegórica del destino del
hombre.
Por
Fernando Chelle
El
guardagujas[1] es un
cuento del escritor Mexicano Juan José Arreola (Ciudad Guzmán, México, 21 de
septiembre de 1918 - Guadalajara, México, 3 de diciembre de 2001). Este texto,
probablemente el mejor cuento de literatura fantástica escrito en México en el
siglo XX, fue publicado por primera vez en el año 1952, forma parte del volumen
titulado Confabulario.
Definir el tema central del
cuento no es una tarea fácil, porque el gran mérito de este texto es la
multiplicidad de interpretaciones que podemos llegar a tener, algunas son más
evidentes que otras, pero podríamos decir que en el relato conviven varias
líneas interpretativas, si se quiere, todas válidas. Es indudable la sátira sobre
el sistema ferroviario mexicano y la
industrialización; la crítica al mercantilismo deshumanizante; la alegoría
sobre el destino del hombre; la mirada absurda hacia ciertos sistemas políticos
e instituciones sociales.
De forma resumida, podríamos
decir que el argumento del cuento es el siguiente:
Un forastero llega agotado,
cargando una valija, a una estación desierta. Es la hora exacta en que su tren
debe partir. De pronto siente que alguien, que no había visto y que se presenta
de forma inesperada, le da una suave palmada. Es un viejecillo de vago aspecto
ferrocarrilero, provisto de una pequeña linterna roja, que lo mira con
ansiedad. Inmediatamente se entabla un diálogo entre estos dos personajes,
donde el forastero le pregunta al recién llegado si ya había salido el tren con
destino a T, pero el viejecillo, en lugar de
responder directamente a la pregunta que se le hace, comienza a
aconsejar y advertir al forastero sobre distintos aspectos del extraño sistema
ferroviario de aquel país. En el extenso diálogo, el viejecillo, que es el
guardagujas, contará al forastero una historia inverosímil, fantástica, absurda,
sobre las características del sistema ferroviario. Le cuenta que los trenes de
aquel país no tienen un itinerario establecido y que pueden llegar a tomar los
rumbos más diversos. En ocasiones los trenes son abandonados y los pasajeros
una vez que se encuentran desamparados optan por formar nuevos pueblos. Dentro
del absurdo, se mantienen las desigualdades sociales en los servicios, ya que
si hay un solo riel y los pasajeros pueden llegar a sufrir lesiones, son los de
primera clase los que se ubican del lado del riel. En esta realidad fantástica,
en ocasiones, los pasajeros deben colaborar con la empresa prestadora del
servicio e incluso realizar tareas inverosímiles, como por ejemplo desarmar un
tren pieza por pieza y llevarlo de un lugar a otro para suplir la falta de un
puente. La empresa todopoderosa, instrumenta una realidad ficticia para darles
tranquilidad a los pasajeros haciendo uso de muñecos en lugar de operarios y
mostrando imágenes pintadas de paisajes que pasan por las ventanillas y que
sirven para suplantar la realidad. La domesticación de los pasajeros por parte
de la empresa es total, incluso se han establecido escuelas para que las
personas aprendan a convivir armónicamente y puedan pasar la vida dentro de los
trenes. A todo esto, el forastero no cuestiona ni pone en duda la realidad
absurda y fantástica que se le describe, pero de alguna manera sigue atado a su
realidad, la de querer llegar a T, es por eso, que lo único que atina a responder
insistentemente es que debe llegar al pueblo de T mañana mismo. En el final del
relato, sorpresivamente, aparece el tren, el viejo guardagujas sale corriendo,
dando saltos por la vía y le dice al
forastero que ha tenido suerte y que mañana mismo llegará a su destino, pero
cuando pregunta nuevamente el nombre del pueblo, el forastero ya no contesta T
sino X. Finalmente, el guardagujas desaparece, solo queda de él, el punto rojo
de la linterna flotando en el aire, mientras la locomotora se acerca como un
ruidoso advenimiento.
Como dije anteriormente, una
de las posibles interpretaciones que podemos llegar a tener de este cuento, es
la sátira que en él se establece sobre el sistema ferroviario mexicano. En la
caótica descripción que lleva adelante el guardagujas, desnuda un desorden
brutal por parte de los encargados de llevar adelante esta empresa. Vinculado a
esta sátira, se encuentra el tema de la industrialización que estaba sufriendo
el país azteca a mediados del pasado siglo. Se podría decir también que el
cuento implica una amplia reflexión acerca de las dificultades que conlleva la
industrialización en una sociedad. La narración tiene lugar en una época
histórica donde el desarrollo tecnológico, vinculado a los medios de transporte
y la industria, había llegado para quedarse, y los hombres de la época veían
estos avances como la promesa de un mundo de progreso y bienestar. Sin embargo,
en la narración de Arreola ese advenimiento de la tecnología y las máquinas
parece jugar un papel negativo y deshumanizante en la vida de los individuos.
Los hombres, son los que han creado las máquinas para beneficiarse de sus
servicios, pero lo que se interpreta a partir de la narración es todo lo
contrario, vemos como los hombres viven en un mundo estructurado para las
máquinas y se tienen que adaptar para convivir bajo los parámetros que el nuevo
tiempo histórico impuso. Esa adaptación y sometimiento a que se ve enfrentado
el ser humano, se ve claramente en las palabras del guardagujas, quien en
ningún momento cuestiona las nuevas conductas sociales impuestas por la empresa
de ferrocarriles, es más, se dedica a elogiar las iniciativas de carácter
absurdo que lleva adelante la empresa para establecer el control de los pasajeros
y poder imponer sus intereses. Ese nuevo
escenario histórico, tampoco vino a terminar con las desigualdades sociales que
imperaban en la sociedad, vemos como siguen existiendo los privilegios y las
categorías en el mundo ferroviario.
La crítica al mercantilismo
deshumanizante en el texto también es evidente, las relaciones sociales que se
establecen en ese mundo y que tan detalladamente describe el guardagujas,
muestran como los pasajeros parecen estar de acuerdo con las normas impuestas
por la empresa, aceptando de buena gana sus propios tormentos.
También señalé como otra de
las interpretaciones posibles de este cuento, la alegoría que se establece con
el destino del hombre, donde el viaje en tren, sería comparable al viaje que
supone el transcurso por la vida misma, o los distintos viajes que un hombre
suele tener por los caminos de la vida. Si seguimos esta lectura, el texto
puede querer decir que el individuo deberá resignarse y aceptar las condiciones
que se le presenten en la vida, así como el forastero del relato debe
resignarse a los destinos inesperados adonde lo puede llevar el tren. Si bien
el personaje del relato tiene un boleto con destino a T y por ende espera
llegar a esa ciudad, no es para nada seguro que el viaje culmine en ese sitio. De
igual manera, pueden llegar a suceder las cosas en la vida de los distintos
individuos y la enseñanza que arroja el cuento, desde esta lectura, parece
querer decir, que lo importante es vivir, subir al tren, tratar de disfrutar el
viaje y si llegamos al destino que buscamos bien y si no, tendremos que tratar
de estar preparados para los posibles desvíos que se puedan llegar a dar en el
camino. Los hombres suelen padecer frente a la vida las mismas incertidumbres
que padece el forastero del cuento, la soledad, el desaliento, la inseguridad,
el desconcierto, pero la vida, como el camino que va a emprender el tren, puede
tener inciertos destinos. Siguiendo esta lectura, vemos como todos los hombres
en algún momento deben tomar el tren, pero no podrán estar seguros de cuando el
tren va a pasar, ni siquiera si va a pasar, aunque hayan tenido la precaución de comprar el boleto de
antemano. Quizá a algunos de nosotros nos termine sucediendo lo que les sucedió
a los pasajeros que terminaron fundando la aldea de F, cuando el tren perdió su
rumbo, quizá otros lleguen a la estación que esperaban y sin mucho esfuerzo,
pero eso, nadie lo puede saber.
Otra lectura, muy próxima a la
anterior, nos acercaría al concepto del absurdo, donde el viaje en tren, si
bien lo podríamos interpretar como el viaje de la vida, sería también el viaje
por la existencia de lo absurdo. No es lógico, ni racional, que el forastero
después de haber escuchado las descripciones del guardagujas siga optando por querer
abordar el tren y sin embargo no existe ningún tipo de cuestionamiento por
parte de este viajero sobre el conjunto de disparates que escucha, él solo
quiere llegar a T. Por otra parte, vemos como los demás pasajeros también aceptan
las condiciones de la empresa, aceptan tomar trenes que quizá no los lleven a
sus destinos, aceptan desarmar un tren y llevarlo de a pedazos a otro lado,
aceptan poder morir y ser enterrados en los vagones cementerio, aceptan, en
definitiva, el establecimiento del absurdo.
Me parece interesante también,
tocar el tema de lo fantástico en este relato, ver como un texto que en un
principio se podría inscribir dentro de un contexto realista, poco a poco y a
medida que el guardagujas comienza a tener la voz en la historia ese realismo
se va perdiendo y le va dejando paso a lo fantástico. Hay en el relato dos
discursos bien distintos, por un lado tenemos la historia inverosímil que
cuenta el guardagujas, tratando de advertir al forastero sobre las
características del sistema ferroviario del país y por otro lado tenemos la
historia de este último, que espera un tren con un destino concreto, la ciudad
de T. En este sentido, el guardagujas representa lo fantástico, mientras que el
forastero representa lo normal, lo verosímil. Al discurso de características
fantásticas del guardagujas se opone, no solo lo que dice el forastero, sino la
realidad que todos los lectores reconocemos como posible. Todos somos
conscientes que el servicio que brindan los trenes responde a una lógica
funcional, acordada de antemano e inmodificable, salvo que se informe a los
pasajeros de algún cambio inesperado. Lo lógico, lo normal, lo preestablecido,
es comprar un boleto y tomar un tren que se dirigirá a un determinado sitio,
por vías dispuestas con anterioridad para que todo funcione como se ha
proyectado. De manera que lo que cuenta el guardagujas, los lectores, sabemos
que no es posible, no se pueden modificar las vías ni el funcionamiento del
circuito ferroviario porque esto es algo que ya está establecido y los
pasajeros conocen. Sin embargo, la aceptación del forastero de todo lo que se
le dice, el no cuestionamiento del discurso del viejo guardagujas, lleva a que el lector perciba que el relato va a
transitar definitivamente por otro terreno y acepte la posibilidad del absurdo.
Tanto es así, que este es el discurso que se va a imponer como la nueva verdad
dentro del cuento, aunque allí está el forastero repitiendo una y otra vez que
mañana debe llegar a T, los lectores ya estamos familiarizados con la lógica
del absurdo que representa el viejo guardagujas. Es un cuento que comienza transitando
los caminos de lo reconocible como real, luego, claramente da un viraje hacia
lo fantástico y sólo al final cae nuevamente en lo reconocible como real cuando
se escucha el silbato que indica la llegada del tren. Lo extraño del final, es
que cuando el guardagujas pregunta al forastero sobre su destino, este en lugar
de responder T, que se correspondería con el discurso realista que había tenido
hasta el momento, responde X.
Para finalizar el artículo, me
voy a referir brevemente a las claras influencias Kafkianas que se pueden
percibir en la lectura de este cuento del mexicano Juan José Arreola. En primer
lugar, la espera e incertidumbre que tiene que pasar el forastero de “El
guardagujas” es comparable a lo que le sucede al protagonista de la novela “El
castillo” del escritor checo Franz Kafka, allí vemos como el protagonista K se
ve imposibilitado de entrar al castillo al cual se lo había convocado, a este
personaje kafkiano le toca sufrir una espera interminable comparable a la que
sufre el forastero de Arreola en la solitaria estación. En otro breve texto de
Kafka “una confusión cotidiana” también
podemos ver como los negociantes A y B se citan pero nunca pueden encontrarse.
Este tema de la espera o la postergación, Kafka lo aborda también en otro texto
breve titulado “Ante la ley” donde un campesino espera toda su vida para que lo
dejen cruzar una puerta. Otro rasgo propio de la literatura de Kafka, que se ve
en Arreola, es la tendencia hacia lo infinito y lo caótico, esto el autor checo
lo abordó en “La muralla china” donde se refirió a ese proyecto interminable y
en “El escudo de armas” donde se refirió a la imposibilidad de la construcción
de la Torre de Babel. En el cuento de Arreola, lo infinito y lo caótico está
presente en las redes ferroviarias y en los innumerables inconvenientes que
sufren los pasajeros. Por último, uno de los temas fundamentales de Kafka y que
también se puede percibir en “El guardagujas” es el tema del poder indefinible.
Este es un tema recurrente en la obra del autor checo donde frecuentemente se
describe la realidad de la burocracia y de las grandes compañías todopoderosas,
en el cuento de Arreola la empresa centralista que dirige los ferrocarriles es
la que detenta un poder ilimitado.
Este artículo forma parte del libro El cuento latinoamericano en el siglo XX, del mismo autor.
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